Nací y crecí en Murcia. Ya desde niña siento que el estrés formaba parte de mi vida, aunque ni se me notaba ni era consciente de ello, me exigía demasiado.

Mi vida profesional comenzó con buenas notas, la universidad a su tiempo y con 22 años comencé a trabajar en la Caja de ahorros de mi comunidad, con todo el entusiasmo del mundo. Me encantaban los números y las personas, era perfecto para mí.

Siempre fui muy comprometida, tanto que dedicaba casi todas las horas de mi día al trabajo. Con esa presión de querer ser buena el 100% del tiempo.

En una de las fusiones bancarias mi función era acompañar a los directivos y a sus equipos al cambio comercial y cultural de la nueva empresa. Los visitaba en sus lugares de trabajo. Creo que todos tenemos alguna idea de la restructuración y digitalización de la banca española.

En 2018 comenzó mi curiosidad por el coaching ejecutivo. Fruto de mi Burnout y de querer entender a los directivos que acompañaba. Necesitaba olvidarme de lo que pudieran pensar de mí, para escuchar activamente a todas esas personas que pasaban por momentos de estrés y aportar. Eso sí, desde objetivos empresariales marcados por diferentes KPIs.

Creo firmemente que hay dos formas de conseguir el “éxito”.

Una a base esfuerzo, de exigirte, de hacer, utilizando mucha energía y estrés, y otra centrada en el aprendizaje continuo, confiando, siento tú y recargando energía en el camino.

Elegí cambiar mi forma en la pandemia, y tras mi última etapa en banca de negocios decidí salir voluntariamente de la entidad recogiendo 14 años de aprendizajes. Cerrando ese ciclo en Irlanda, reconectando conmigo y empapándome de la cultura de Salud mental en el trabajo de grandes y pequeñas empresas.

Las empresas son personas y las personas forman las empresas. Y siendo nosotros mismos y trabajando en lo que mejor sabemos hacer y disfrutamos (Disfrutar de dar frutos), los niveles de estrés en la sociedad actual serían menores.

Para legar a tener menores niveles de estrés deberíamos ser parte activa de nuestra vida, oyendo nuestra voz, sabiendo y pidiendo lo que necesitamos para ser más auténticos. 

 Y qué mejor manera que guardando un espacio para ti, con alguien con quién resuenes, que te hable claro y te haga las preguntas adecuadas, esas que todavía no te has hecho pero de las que sólo tú conoces la respuesta. ¿Te atreves a parar, crecer y aprender a disfrutar?